Todo “pintaba” para ser un sábado con mucho trabajo, y con unas horas de descanso y de esparcimiento.
En las primeras horas de la mañana a producir, conducir e informar a través de la radio. Más tarde se presentaba una ocasión especial, me invitaron a conducir el único programa de televisión de la comarca lagunera, dedicado a temas culturales, de lo positivo de nuestra querida región: Lo mejor de la semana, a través de Megacanal, de Megacable.
Esa mañana se dieron las cosas de una manera fluida, y de buenas noticias, Fo una chica que gusta de la música, recibió una beca por parte de la Casa de la Cultura de Gómez Palacio, de manos de su directora Lety Arriaga. Todo sucedió ahí en el programa, en cuestión de minutos de manera espontánea. Me dije: sí suceden cosas buenas, todavía se puede creer en las instituciones y las personas que lo representan…todavía se puede creer en esa labora social que debieran tener los medios de comunicación en su encomienda de informar o bien de entretener, y porque no, de todos aquellos que trabajamos en ellos.
Estos momentos intensos, por la rapidez y dinámica de los medios de comunicación electrónica, había dejado un buen sabor de boca.
Pocas horas después, no se quedaron en el olvido, pero sí ocuparon un segundo plano ante lo vivido en el Territorio Santos Modelo (TSM).
La Crónica de una tarde "indescriptible"…inimaginable.
Circulábamos por la Calzada Iberoamericana, carretera a San Pedro, Coahuila, hasta llegar al TSM, un tráfico fluido, sin reten alguno, como es costumbre en esa carretera, sólo los grupos de seguridad que cada sábado se instalan en el inmueble.
Eran ya las 6:15 de la tarde, iba con una amiga, su sobrino y su señor padre. Nos detuvimos por un momento en los juegos, pocos minutos después estábamos listos para el partido entre el Santos Laguna y Morelia, por cierto, ciudad hermosa por su gente, sus edificaciones, su historia y su gastronomía.
Siempre recordaré esa tarde. “No se llenó el estadio”, recuerdo haberle dicho a mi sobrina desde el BB pin (Black Berry).
Iniciamos una plática a través de este medio, ella vive en Estados Unidos, como nunca empezamos a dialogar, y le envié 2 fotografías: una antes de iniciar el juego, donde yo me veía contenta, y otra durante el partido, pocos minutos antes de los hechos más lamentables que he experimentado en mi vida.
Me preguntaba por el juego, por el estadio, qué si estaba bonito, es una niña de 11 años, que cuánto costaba una localidad.
Minutos después de nuestra último mensaje, se escuchó un ruido de esos que calan hondo, de esos que no suenan nada bien. Recuerdo al menos a los que estaban más cercanos a mi, giramos la cabeza, volteamos hacia arriba, a nuestras espaldas estaban los palcos. En fracción de segundos sabíamos que eso no era nada bueno.
No me pregunten cómo fue, simplemente todos nos pusimos pecho tierra… ¿Qué pasaba? Escuchamos ráfagas, balazos, uno tras otro, ¿dónde era?, Se escuchaban tan cerca, muchos creímos por esos largos 5, 6, 10 minutos los que hayan sido, que esas ráfagas de balas eran al interior del estadio, permanecimos ahí tirados boca abajo en los pasillos.
En ese momento, llena de angustia, lo único que pude hacer fue empezar a orar, decir Padre Nuestro, no nos abandones, madre de todos los hombres cuídanos.
De pronto, empezamos a ver como la gente del área de sol y el costado empezaron a invadir el campo, a correr, hubo algunos pocos que estaban en la fila de arriba que salieron corriendo, otras más trataron de hacer lo mismo, pero entre todos lo que estábamos en esa área no dimos palabras de aliento y de apoyo: no movernos, seguir pecho tierra, esperar hasta que pasara el peligro.
Minutos más tarde nos incorporamos, sabíamos que las ráfagas, era afuera, al menos eso parecía, aunque para más de uno de nosotros hubo disparos desde adentro, pero no tenemos la certeza de ello.
En fracción de segundos llegaron los últimos mensajes por el BB Pin, para preguntarnos como nos encontrábamos, recuerdo que conteste al último mensaje de la pequeña sobrina que luego platicábamos y que la quería mucho…mis manos temblaban.
El saldo dentro de estadio fue blanco, por herida de bala, pero que decir de crisis nerviosas, jóvenes descalabradas, quizá por tropezar, no lo sé. Hubo quienes terminamos con raspones en codos y rodillas.
Lo más importante y más fuerte fue que una vez más hirieron nuestra dignidad, nuestra tranquilidad y la de nuestras familias que veían por televisión lo que estaba pasando, y peor aún, llamadas a celular que no se podían hacer desde el TSM, y también aquellas que nunca entraron. Las telecomunicaciones nos fallaron en un momento crítico.
Después de varios minutos se nos dieron indicaciones por parte del Club Santos y del Estadio, las cosas “estaban controladas”, el presidente de la institución se dirigió a la afición, nos dio palabras de aliento y externo su pena por lo que había pasado, obviamente se suspendió el partido, era el minuto 40 del primer tiempo.
Así poco a poco, algunos de inmediato otros más tarde empezamos a abandonar el recinto, asustados, tristes, preocupados, indignados, algunos todavía con el nervio a flor de piel. El ambiente era tenso, incluso en el trayecto por la carretera.
Las versiones fueron muchas, incluso los vendedores ambulantes de las afueras del estadio corrieron a sus vehículos para resguardarse, contaron su historia de los hechos, que no coincide del todo con la versión oficial.
¿Qué va a pasar ahora?, no lo se. Lo que sí es cierto es que no se valen este tipo de acciones, a los que amamos el deporte, el futbol, a la gente que acude al estadio se nos haga esto. ¿Qué papel van a asumir las autoridades? ¿Qué más tenemos que seguir aguantando? ¿Por qué no nos devuelven nuestra tranquilidad?
¡Ya basta!, estoy cierta que la mayoría de los laguneros somos gente que trabaja, que día a día sale a jugársela por tener una mejor calidad de vida, por ser mejores personas.
No es justo, la vida es una y hay que vivirla con dignidad, con alegría, y no llenos de temores por la inseguridad que nos ha secuestrado en los últimos tiempos.
Este ha sido un capítulo duro, intenso y muy desagradable, pero no por eso nos dejaremos vencer, Torreón, la comarca lagunera, las personas que aquí vivimos y a quienes amamos seguiremos adelante.
Torreón, Coahuila, 20 de agosto de 2011
